El itinerario sonoro por los alrededores de la catedral, que duró cuarenta y cinco minutos, estuvo plagado de ecos, retumbos y repiques surgidos del combate entre la partitura y la orografía compleja de la ciudad
El centenar de personas que ayer por la tarde se daba cita en la Plaza de las Pasiegas en pleno cambio de luces, a las nueve de la noche, miraban hacia el cielo al unísono y no precisamente para ver si la lluvia que había acompañado durante toda la jornada volvía a reaparecer, sino con la vista puesta en el campanario de la catedral dispuestos a disfrutar de un espectáculo único e irrepetible.
A esa hora las campanas de la torre de la catedral comenzaron a ser tañidas por treintena de jóvenes músicos del Conservatorio Superior de Música Victoria Eugenia capitaneados por el músico valenciano, Llorenç Barber. A esa hora el espectáculo sonoro arrancó para deleite de las personas que se encontraban y transitaban las calles aledañas a la catedral.
No se trababa de un concierto de estruendos y evidencias sino de un conjunto de sutilezas, ecos y melancolías, que como había explicado Barber un par de días antes buscaba “abrir de par en par las puertas de la sensibilidad y la memoria”
La memoria de José Guerrero quien, a cambio de ocuparse de los toques de las campanas, en sus comienzos tuvo su estudio en esa misma torre de la catedral donde antes trabajaran Diego de Siloé y Alonso Cano. Pero sobre todo la memoria de su hija Lisa Guerrero, recientemente fallecida a quien su esposo Pep, y sus hijos Lucas y Alegra recordaron visiblemente emocionados, llevados por la miscelánea de sonidos, a las puertas de la catedral. Lisa siempre asoció Granada al movimiento del agua y al sonido de las campanas. También estuvo presente en el evento el otro hijo del pintor, Tony Guerrero acompañado de su mujer y sus dos hijos, junto a la vicepresidenta primera de la Diputación, Juana Mª Rodríguez Masa, la diputada de cultura, Mª Asunción Pérez Cotarelo y la directora del Centro José Guerrero, Yolanda Romero.
El itinerario sonoro por los alrededores de la catedral, que duró cuarenta y cinco minutos, estuvo plagado de ecos, retumbos y repiques surgidos del combate entre la partitura y la orografía compleja de la ciudad.
Ayer 13 de junio se cumplieron diez años de la apertura al público del Centro José Guerrero, un décimo aniversario que el museo ha querido a conmemorar con este concierto único, dedicado a Lisa Guerrero.
0 comentarios:
Publicar un comentario